29/7/09

La vida es (no siempre) TEATRO



"El gran teatro está lleno de gente anónima para los actores, acuden allí para ver la representación, para reirse, para pasar el tiempo, para aprender, o simplemente por curiosidad. Esperan con impaciencia a que se abra el telón para disfrutar de la obra; mientras los actores, ultimando los detalles, se preparan para salir a escena y complacer al público. Cuando se abre el telón los actores dejan de ser actores, ahora son el personaje, piensan como él, sienten como él. Los espectadores que llenan el teatro olvidan que sólo es teatro y entran de lleno en el mundo creado por el autor, convirtiéndose en parte de él. Cuando se cierra el telón, los personajes vuelven a ser actores, ahora actores complacidos por su representación; y los espectadores vuelven a ser gente anónima, ahora gente anónima que ha aprendido/sentido/vivido/disfrutado algo"


En el día a día de nuestra vida ocurre algo parecido. El telón se abre en el momento en el que nacemos, con más o menos espectadores. Desde ese momento otros actores ya experimentados nos enseñan a actuar, porque actuar es una parte esencial en nuestra vida, de ello depende nuestro éxito o frácaso. A lo largo del tiempo se va confeccionando una máscara para nosotros, la conformamos nosotros mismos, la sociedad en general, las personas que nos educaron..., es una máscara abstracta, como una pose, algo que en realidad no somos. Y nosotros nos vamos encargando de perfeccionarla. ¿Porqué dedicar toda una vida a ello? Porque con esa máscara podemos ser lo que los demás quieren que seamos, de este modo complacer a los demás y así lograr que nuestra obra llegue a un mayor número de espéctadores. Porque siendo nosotros mismos, sin aparentar ante nadie, sin intentar ser lo que el espectador quiere, a lo mejor no logramos que se entienda nuestra obra. Si esto pasa no tendremos un buen futuro, ni una gran Obra; el telón se cerrará con el teatro vacío o en medio de abucheos.


En la vida, al igual que en el teatro, todo el mundo tiene su papel y todo está perfectamente organizado. El obrero permanecerá en su puesto pisoteado por el empresario, el estudiante intentará sacar adelante sus estudios para cambiar de papel, el gran magnate luchará para mantener su puesto y aumentar su riqueza. En el teatro no es todo blanco o negro, no se es sólo actor o sólo espectador, a veces se es lo uno y a veces lo otro, y en ocasiones no se es ninguno.


A veces el actor, cuando está solo, piensa que ha creído tanto en su papel que ya no es actor, ahora es el personaje. A veces decide romper con su papel, sin importar las repercusiones. Se da cuenta de que ha sido todo este tiempo una marioneta de la sociedad para la que actuaba, que lo hacía para abrirse un hueco en ella, para conseguir un papel en la gran Obra. Pero también se da cuenta de que ha sacrificado lo más importante que tenía, a él mismo, por ese papel. Entonces decide arriesgarse a ser quién es, a mostrar lo que siente y lo que piensa. Es en ese momento cuando todas las personas que lo conozcan sin su máscara ya no serán espectadores, sino parte de su pequeña obra. Es entonces cuando él será el que escriba la obra, el que la interprete y el que la sienta, y no el que recibía la obra escrita y el personaje perfilado. Cuando se cierre el telón habrá pocos o muchos espectadores , pero estos habrán sentido/disfrutado /aprendido de la obra y sobre todo formado parte de ella.

Que nuestra vida sea o no teatro sólo depende de nosotros mismos. Enmascararnos sólo conlleva a que perdamos noción de quienes somos, y cuando esto ocurra ya no seremos nada, sólo una simple marioneta representando un papel. Y habremos perdido miles de cosas por el camino: la oportunidad de conocer a gente que te querrá por quién eres, la identidad, la independencia, la satisfacción de ser como eres y la libertad de serlo...




20/7/09

Terror en 4 palabras


"Me desperté recién afeitado"

Microrrelato de Andrés Neuman

15/7/09

El mundo está sordo



"Primero cogieron a los comunistas,
y yo no dije nada por que yo no era un comunista.
Luego se llevaron a los judíos,
y no dije nada porque yo no era un judío.
Luego vinieron por los obreros,
y no dije nada porque no era ni obrero ni sindicalista.
Luego se metieron con los católicos,
y no dije nada porque yo era protestante.
Y cuando finalmente vinieron por mí, no quedaba nadie para protestar."

Martin Niemöller (aunque se le atribuye a Bertolt Brecht)


El hombre es un ser racional que a veces se ve impulsado por su propia naturaleza animal a cometer actos no tan racionales. Actos de locura, de pasión, de violencia e incluso de bondad, es nuestra naturaleza. Como animal también tiene temores, al dolor, a la soledad, a la muerte e incluso a la vida. Temores que, impulsados por su propia naturaleza, ofuscan su racionalidad, esa que separa la frágil barrera entre el ser humano y el animal que fue.

Pero el temor supremo, el que despierta los mayores instintos felinos, es el miedo a lo desconocido. Desde el miedo a la muerte hasta el miedo a la oscuridad, pasando por el miedo a los demás. Quizás sea este el que menos se menciona pero es el que más se siente y el que más catástrofes ocasiona. En la xenofobía se ve este miedo, en la homofobia también. Y ese temor combinado con el egocentrismo de algunos seres humanos y con la avaricia de otros ha ocasionada grandes males, por poner un ejemplo la matanza que realizó Hitler.

Pero cuando todo esto ocurría, otros seres humanos, semejantes como tales a los que sufrían el azote de estos males, callaban. Callaban también por temor, en concreto por temor a los que ocasionaban los males. Y, por el temor de unos, por la avaricia de otros y por el silencio de aquellos nadie dice nada. El mundo está sordo, y aunque la paz intenta ser escuchada quedan pocos oídos y menos bocas aún.

9/7/09

Nuevo blog

Se me ocurrió una cosa hace unos días y he creado un nuevo blog para ponerla en práctica, me gustaría que lo visitarais y os animarais a participar. Evidentemente este sigue siendo mi blog y lo seguiré usando igual que antes.
Un Saludo!!

8/7/09

Ilusiones


Hoy, sin saber porqué, he recordado una imagen de mi infancia. Yo acostada en la cama, a altas horas de la madrugada, de cara a la pared. Es la noche de Reyes, y escucho ruidos en el salón. Siempre he sido de sueño ligero, me despierto al menor ruido, no puedo evitarlo; y esa noche me desvelé. Sentía la emoción de lo desconocido, la euforia de tener a un paso la verdad, era una niña y era la noche de Reyes, no hay mayores explicaciones. Recuerdo como mantenía los ojos abiertos, mirando la pared y respirando lo más silenciosamente que podía para escuchar en medio de la noche, cesando a veces la respiración para oir con más claridad. Oía pasos, de la habitación de mis padres al pasillo, crujidos de papel, susurros...Y en un determinado momento, cuando ya no escuché nada, bajé de la cama, tan silenciosamente como pude. Recuerdo como andaba sigilosamente hasta el pasillo, sabía lo que iba a encontrarme y sabía quién lo había dejado ahí. Supongo que sólo quería comprobar mis sospechas, que los reyes eran en realidad los padres, y lo comprobé. Sé que llegué hasta el pasillo, que vi los regalos y que enlacé ideas, pero no recuerdo lo que sentí, es curioso...Sólo sé que a la mañana siguiente se lo dije a mis hermanos (que no me creyeron) y a mis padres, que me dijeron que seguramente lo habría soñado.
Aunque ahora este recuerdo me hace gracia y me causa nostangia, sé que en aquel momento no me sería tan agradable. Creo que me afané por romper esa ilusión que tenía, podría haberme vuelto a dormir o no haberme levantado, pero no lo hize.
Todos hemos tenido alguna vez esa ilusión y muchas otras, y siempre se han roto, por nuestra causa o por la de terceros. Todos hemos soñado con algo que luego sin más se ha evaporado, como cuando ves a alguien en la calle que conoces, te acercas y no es esa persona; como si fueramos cenicientas que van perdiendo y encontrando zapatos. Nos desencantamos, vamos perdiendo las ilusiones a lo largo de la vida. Puede que en eso consista crecer, porque cuando somos niños nuestros padres crean mil y una ilusiones a nuestro alrededor, y esas son las que nos hacen crecer felices. Una vez que vamos creciendo las ilusiones se van rompiendo, incluso nuestros padres se encargan de ello. Y un día la vida te da una hostia, así, sin anestesia; y después de esa primera vienen más.
Puede que las ilusiones estén hechas para romperse, pero al fin y al cabo nada en esta vida es para siempre. A veces es bueno ampararse en una ilusión ( en su justa medida) para seguir adelante, ¿que sería de nosotros sin ellas?, no seríamos felices. Si seguimos vivos es para seguir soñando, y si seguimos soñando es para hacer nuestros sueños realidad.
Esto se lo dedico a todo el que lo lea, pero especialmente a Navegante Rojo, que sé los duros momentos que está pasando. No rompáis vuestras ilusiones, como hize yo, y no dejéis que otros las rompan, porque en nuestra mano está que esa ilusión se convierta en realidad.

LAS ILUSIONES
—No era nadie. El agua.
—¿Nadie?¿Que no es nadie el agua?
—No hay nadie. Es la flor.
—¿No hay nadie? Pero ¿no es nadie la flor?
-No es nadie. Era el viento.
—¿Nadie?¿No es el viento nadie?
—No hay nadie. Ilusión.
—¿No hay nadie?¿Y no es nadie la ilusión?
Juan Ramón Jimenez