28/4/10

La decadencia universitaria.



Ayer un compañero hablando sobre la precariedad laboral juvenil sacó a relucir el tema de la educación universitaria, y una de sus frases me impactó :"la Universidad de ha convertido en una mera máquina expeditiva de títulos" Una de las frases más ciertas que he escuchado últimamente.

Durante mis años de instituto tenía la impresión de que la universidad era el lugar donde la educación era libre, donde el debate estaba en las aulas y los estudiantes eran críticos. El lugar donde uno no se limita a memorizar cuatro líneas sino a interesarse por los temas que le tocan, en definitiva una educación crítica. Sin embargo, desterré ese pensamiento a los pocos meses de llegar allí. Mi primera impresión de la universidad fue que la gente no estaba interesada en lo que estudiaba, no iban a clase o acudían por obligación, estudiaban para aprobar y evitaban realizar cualquier trabajo de investigación. Me llamó la atención la Facultad plagada de carteles de Barriles y propaganda varia.

Pocos profesores tienen un metodo didáctico participativo y en el que se de pie al debate, aunque es comprensible dado que a los alumnos no les interesa y no participan. Recuerdo clases en las que se plantearon debates que fueron cortados en pocos minutos porque nadie intervenía, algo desolador. Nadie parece tener opinión sobre nada, y si la tienen no la expresan en voz alta porque no interesa. Parece extraño, pero es cierto, en muchas clases tienes ganas de opinar y no lo haces porque sabes que ni a tus compañeros ni al profesor le interesa tu opinión.

A mi parecer, y creo que muchos compartirán esta opinión, la educación universitaria ha decaido hasta tocar fondo, más si cabe con la implantación del plan Bolonia. No comento sus aspectos negativos (más que consabidos y repetidos) sino los considerados positivos, como es el caso de la asistencia obligatoria y clases más reducidas con trabajos de investigación en grupo. Aspectos de una enseñanza adecuada (aunque el método de asistencia obligatoria no me parece la mejor manera de lograr interés por parte del alumno, sino todo lo contrario, que lo vea como una carga) que podrían incluirse en el ámbito universitario sin necesidad de Plan Bolonia.

Pero el problema del desinterés es algo que viene de mucho más atrás, ya en el instituto las clases no son propicias al debate, se quieren alumnos modelo que no den ruido ni quejas y no alumnos críticos. Es un modelo de enseñanza que ya se ha probado que no funciona, con unas tasas de abandono enormes y con una formación mediocre. No se incentiva al alumno a interesarse por la realidad, a investigar un tema cercano ni  a observar los problemas desde varios frentes; en lugar de ello todo se ve desde las frías páginas de un libro. Se crea la idea de que todo está ya montado, hecho y resuelto, de que nosotros no hemos de hacer nada porque ya está hecho por otros. La historia no se usa para demostrar que con empeño los logros resultan cercanos y posibles sino para inculcar la idea de que todo está conseguido y que eso pertenece al pasado, en el presente tenemos todo lo que deseamos. La filosofía no se orienta como una disciplina apasionante, como la sabiduría de hombres adelantados a su tiempo que supieran mirar con ojos nuevos lo conocido; sino como la ideas locas de cuatro viejos que no sirven para nada porque no son exactas, no son ciencia sólo divagaciones. Así puedo seguir y seguir con todas las asignaturas pasadas, presentes y futuras de mi vida (siempre hay excepciones, mis profesores de Filosofía e Historia no impartían clase de esta manera estática, pero yo no supe apreciar a tiempo la enorme calidad de la enseñanza que recibía).

Esto nos lleva a lo que hay hoy y probablemente mañana, ciudadanos pasivos y desisteresados que se dejan controlar por el político de turno. Quién no tiene opinión y no conoce los problemas sociales es muy fácil de manipular. Nos estamos amoldando y dejando amoldar a las reglas de un sistema para el que sólo somos fichas que usar. La educación es la base de una sociedad y más aún de una sociedad equitativa, crítica y fructífera; y es evidente que la nuestra lleva tiempo fallando. Parece demasiado pedir que los políticos se pongan de acuerdo para crear una ley de educación estable, adaptada a las necesidades de todos y que no vaya a ser derogada de aquí a dos años. Mucho del mal viene de ese cambio constante de leyes de educación; el otro tanto viene de nosotros mismos, de la educación que recibimos, damos y daremos. Muchos habrán inculcado a sus hijos esa máxima de "el día de mañana sólo serás algo si tienes estudios" que da lugar al estudiante desinteresado y que pasa por la Universidad para conseguir su título y no para aprender. De hecho a mi siempre me repetían eso, y lo entiendo porque mis padres se han esforzado mucho para que yo puedo económicamente estudiar, pero no me sirvió. Me sirvieron las conversaciones de sobremesa en familia sobre política y actualidad mundial, los debates con los amigos sobre temas sociales, los actos culturales...todo aquello que abrió mi mente a una realidad que me era ajena. Aprender, simplemente eso, despertó mi interés por el mundo de alrededor, darme cuenta de que no era problema de otros sino MI problema también. Y creo que eso es precisamente lo que brilla por su ausencia, la cercanía a los problemas sociales y la capacidad de ponerse en el lugar de otro. Porque sabemos lo que ocurre en cada rincón del mundo pero nos es indiferente, nos parece lejano; sólo cuando nos toca nos movemos (y últimamente ni así). El problema nace de una educación deficiente en todos los ámbitos: familiar e institucional.

No dejemos que los centros de educación se conviertan en meras máquinas expeditivas de títulos. La educación no es un libro abierto sino una realidad abierta, conocida y compartida por todos. Concluyo sin nada que no sepamos ya, esa ley es necesaria y debemos pedirla por activa y por pasiva.


23/4/10

Discurrir


Ve el sol nacer desde el mismo lugar cada mañana, y ve como éste termina muriendo al final del día. Siempre desde el mismo lugar, y probablemente sin esperanzas de verlo desde otro lado. Se despierta con los primeros rayos impactando en su rostro y se duerme con un rezo a la benignidad de la noche. Es un rezo silencioso y ateo, no cree en un dios que lo deja desamparado. Sólo murmulla palabras incomprensibles, que ya no sabe como suenan en sus labios porque no tiene con quién compartirlas.

Risas y conversaciones ajenas desfilan por sus sentidos, la vida se manifiesta cruelmente mostrándole lo que ya no volverá a tener. Poco importa qué o quién fue antes, desde el instante en que hubo de parar allí dejó de existir como tal. Se convirtió en poco más que un estorbo para los viandantes, un parche en la bella ciudad...Soporta miradas y gestos, a veces insultos; otras compasión. Pero sólo quiere estar, insensibilizarse ante la adversidad, no quiere ser.

En la fuente abre el grifo y deja correr el agua, la mira absorto y fascinado. La deja correr lentamente, en ocasiones más rápido. Luego cierra el grifo y levanta al mirada, parece sopesar que le ofrece la vida. Rechazar la oferta y vuelve a abrir el grifo. Le gusta ver como el agua forma pequeños caminos en el suelo, sendas que varían según el día. El agua le recuerda a algo, no sé el qué, pero le hace feliz, inmensamente. Y pasa las horas junto a su banco y su fuente; porque él, a diferencia del agua, no discurrirá por ningún camino más, probablemente lo sepa. Quizá por ello deja correr el agua, le gusta liberarla de su opresión, le gusta imaginar que él viaja junto a cada gota lejos de la realidad...


Siempre que camino por cierto lugar de la ciudad lo veo junto a su fuente, abriendo el grifo y observando el agua discurrir. Para la mayoría de la gente esto no representa nada, pero a mi siempre me da la sensación de que cuando hace esto se siente libre. Puede que sólo sea la mera locura de un hombre que no tiene hogar ni familia, pero las mejores maneras de ver la vida son siempre las  más atípicas.

21/4/10

Justicia


Nunca he sido una persona amante del orden y la ley, no me gusta el exceso de normas ni que éstas sean restrictivas, lo cual es complicado. Siempre creí que existía una justicia, no divina, pero que sí estaba por encima de cualquier ley. Es decir, una justicia más allá de lo que una norma marcara, que terminaría prevaleciendo.

Teóricamente las leyes son una manera de encauzar a la población hacia lo que "está bien", de evitar que se cometan delitos y de lograr la convivencia correcta. Pero en ocasiones se vuelven demasiado restrictivas (caso de la ordenanza granadina), llegando a interferir en la vida privada de cada uno. Ya de por sí la idea de normas regulando todo, que es la realidad, me resulta asfixiante; por mucho que sea algo necesario, estamos permitiendo en pos de la supuesta seguridad ciudadana y el bienestar que nos acorralen y nos restringan.

Pero no es ese el tema central que me preocupa, las leyes pueden derogarse o modificarse, pero la justicia en sí no es una mera norma que se cambia. La justicia ,para mi, consiste en la idea de que cada uno ha de recibir lo que se ha ganado; me alejo de esa idea de que la justicia es pagar por lo que uno hace. No creo nadie esté legitimado para castigar a otros por sus conductas, ni en el ojo por ojo y diente por diente. Simplemente cuando uno hace algo malo han de venir consecuencias de ese acto, que no parten del castigo sino de la simple responsabilidad sobre nuestros actos.

Para muchos es más fácil creer en las leyes que en la justicia, la justicia se ve como algo abstracto y poco definido, mientras que las leyes están ahí. Pero a mi modo de ver las leyes son más fáciles de manipular que el ideal de justicia. Porque una ley restrictiva o injusta puede ser aprobada y aplicada (veánse algunas leyes del franquismo), sin embargo la justicia a pesar de su carácter abstracto es una idea que permanece en nosotros pese a la legislación vigente. Por eso siempre me ha resultado más fácil creer en la justicia como ideal que en las leyes.

Sin embargo, en los últimos tiempos la idea de justicia/ley se ha ido desfigurando poco a poco. Tras dos años estudiando derecho he llegado a planterme cuestiones algo pesimistas. Se presupone que las leyes deben ser justas, porque tratan de favorecer e implantar una idea de justicia y un bienestar social. Pero el legislador actúa en muchas ocasiones llevado por intereses políticos o de otra clase, lo cúal hace que las leyes sean un insulto para ese ideal de justicia (tengo la mala manía de generalizar, obviamente no son todas). Por otro lado, la justicia palpable es la impartida por los tribunales, que funcionan con dichas leyes. De modo que hemos construido un sistema de justicia ,a mi modo de ver, en algunos casos alejado de toda lógica. Un sistema que no logra ponderar valores ni  generar bienestar social, sino que castiga y crea más rencillas.

Así que hace días me pregunté, a raíz de todo el asunto de Garzón y de la lectura de "Matar a un ruiseñor", si era posible una justicia injusta. En este libro, que recomiendo, se ve como es posible condenar a una persona inocente porque prevalecen perjuicios sociales. Y creo que la situación actúal es parecida, el sistema de justicia no es independiente ni imparcial (desde los que crean las normas hasta quienes las aplican e interpretan). Prevalecen una serie de perjucios e intereses que hacen de la justicia algo digno de no llevar ese nombre. La justicia para un tribunal es el juicio conforme a las normas, así de relativamente simple. Pero yo creo que las normas no bastan, es la ligera sensación de que un par de palabras no pueden condensar una idea tan abstracta. A veces pienso que sólo jugamos a ser justos durante un par de horas, el resto del tiempo el mundo se sigue cayendo a pedazos. No puedo resumir la justicia a un Tribunal, es algo que creamos entre todos.

Sigo con la duda, no sé que pensar. Sólo puedo mirar alrededor y decir que si los que vamos a estar dentro del sistema judicial no somos personas justas la justicia no lo será tampoco. Sabremos elaborar leyes y  aplicarlas, pero eso queda muy lejos de lo que es justicia. No quiero formar parte de esa falsedad...


17/4/10

Tarde de verano


Se acerca a la esquina con la delicadeza y el sigilo de un gato escabulléndose en el silencio de la noche, mira en derredor. Vacío obsoleto en la pesada tarde, el sol castigando los hombros, sólo vestidos por escuetos tirantes que dejan marcas en la piel. El pelo recogido, en un intento de despejar el cuello del caluroso abrazo. El aire se cuela por los bajos del vestido floreado, hace bailar la tela obscenamente mientras un muchacho se gira a su paso.
Gira la cabeza con la rápidez del experto cazador para no desperdiciar el divino soplo de viento que alboroza el vestido. Observa, uno, dos, tres...segundos más tarde vuelve a centrarse. El calor le aletarga, impidiéndole pensar, no logra recordar que era aquello tan importante que había de comprar. Rememora el frío de la sección de los congelados; benditas bolitas de patata heladas. Las imagina resbalando por su espalda, una a una, 250 gramos de felicidad congelada. Acelera el paso con una sonrisa en el rostro. Un hombre paseando un perro le adelanta peligrosamente por el lado derecho de la acera.
Lleva a su perrito al borde del paro cardíaco, recorriendo la acera a velocidades industriales, pero le urge la necesidad de derramar agua helada por su gaznate. El sudor se acumulaba en cada poro de su cuerpo, haciéndo más dificil la carrera. Los pies pisan asfalto hirviendo, la suela parece quemarse al contacto con el suelo; casi puede ver escapar nubes de vapor. Observa en la lejanía una fuente, el agua escapa con violencia salpicando varios metros alrededor. La gente se apiña a su alrededor disfrutando del ambiente refrescado. La impaciencia y la sed le carcomen, avanza decidido hacia el campo amigo tirando de la correa de un posible Fluffy o quizás Toby. Un ladrido quejoso escapa de su canina boca, mostrando unos pequeños incisivos y una gran lengua huida de la jaula de dientes. No camina por inercia como el resto sino que es arrastrado por un sádico sediento, las patitas apenas rozan el suelo. Lanza una mirada de clemencia a una mujer empelucada.
El museo de los horrores en pleno agosto, todos sudorosos y acumulando rencor hacia aquellos que disfrutan en otros lugares. El pelo le pesa enormemente, se mueve a su compás, una enorma bola rubia con olor a laca mecida por el viento. La Amy Winhouse metropolitana, una Carmen de Mairena poco tuneada. Los labios tienen un color rosa chicle, perfecto para la estanción del año, a conjunto con las uñas y el bolso. Pisadas seguras, repiqueando en la relativa soledad de la tarde. Se lleva una mano al pelo, comprueba su consistencia y espesor, calculando el grado de humedad y los hectolitros de laca necesarios para que mantenga su verticalidad. Da un traspié, el moño se balancea peligrosamente y parece que el campo magnético de la tierra se fortalece y tira de él hacia el hirviente asfalto. Un rictus de preocupación cruza su rostro. A su lado un muchacho sonríe ante las circunstancias.
Un soplo de aire le refresca ligeramente mientras le llega el olor inconfundible de la laca. A aquellas temperaturas la combustión expontánea se masca en el ambiente. Juega con el mechero en una mezcal de realidad-ficción y un toque de locura. Es Dios en medio del desierto. Pero por desgracia no hay ningún camello, agradecería una dosis de hielo. Anticapitalista muriendo por una lata de Coca-cola, las altas temperaturas provocan reacciones insospechadas. El cuerpo al límite, la mente al mínimo; la vida escapándose a medida que sube el termómetro. Ahora sabía que se podía morir de calor. Una gota de agua salpica su rostro, el cielo se había abierto y Dios baja con un cubo de agua fría. No estaba muerto, habia llegado a una gran fuente.

12/4/10

...En directo...

Esta semana estoy bastante liada, tengo conferencias todos los días y un examen a la vuelta de la esquina. No podré pasarme mucho por aquí, pero os dejo con algo de música mientras vienen tiempos más relajados.




8/4/10

Anglada - el ultraderechismo gana espacio en la política


Para los que no conozcáis a Josep Anglada, haré las presentaciones. Se trata de un político catalán de ultraderecha, presidente del partido "Plataforma per Catalunya" y concejal del ayuntamiento de Vic. Fue agredido por independentistas en el 2009 y juzgado y condenado por agredir a un menor de edad, además de haber militado en Fuerza Nueva durante la Transición.
En una entrevista realizada en "El Gato al Agua" en septiembre del 2009 (programa de Intereconomía TV), soltó diversas perlas sobre los inmigrantes. Ha sido acusado de racista, xenófobo y ultraderechista; aunque él (como ha dicho en varias ocasiones) sólo es realista; ha sido imputado por incitar el odio racial en Vic.


-"Ya le digo yo aquí que seré el futuro alcalde de Vic" Resalto esta frase porque me parece una muestra del egocentrismo que padece este hombre. En la actualidad ha presentado su candidatura a la Generalitat de Cataluña, ante la prostesta de varios grupos antifascistas. Recuerdo que al actual alcalde de Vic, Josep Maria Vila d'Abadal (CiU) fue aquel al que se le ocurrió, haciendo gala de su calidad como persona, limitar el empadronamiento de inmigrantes. Con tales espectativas incluso hay probabilidades de que se cumpla la profecía de Anglada, muy a mi pesar.
-"Yo no me considero ni racista ni xenófobo, es una etiqueta que te ponen los medios de comunicación [...] Yo jamás he dicho que vaya contra la inmigración, pero sí que tiene que haber un mejor control de la inmigración, porque soy de los que creen que aquí en este país no cabemos todos" Esto es lo que él llama realismo en lugar de racismo; esgrimiendo un "no cabemos todos" como excusa por toda esa propaganda racista que difunde. Los inmigrantes que acuden a buscar trabajo o una vida mejor no caben en España, en cambio, los que vienen a vivir aquí con un fajo de billetes son recibidos con los brazos abiertos, igual que los que acuden en calidad de turistas. Aquí viene muy bien una frase de un profesor de mi Facultad: "Cuando vienen con dinero son árabes, cuando vienen sin nada los llamamos moros".
-"Lo que hemos padecido en los últimos años es una invasión" Yo prefiero llamarlo interculturalidad, lo que viene a ser enriquecimiento cultural. Parece que algunos españoles sufren de amnesia, ya no recuerdan cuando tuvimos que emigrar durante el franquismo y la transición porque aquí no había trabajo ni comida. Tampoco sabemos apreciar lo bueno de la inmigración, ese enriquecimiento cultural; el conocer gente de otras culturas puede ser la base para intentar erradicar la intolerancia y la ignorancia sobre las mismas. Sin embargo, parece que sólo sabemos esgrimir frases como el "no cabemos todos" o el "vienen a quitarnos el trabajo". Deberíamos estar celebrando la oportunidad de conocer otras culturas y de crecer en tolerancia. Aquí lo único que nos invade es el fascismo, y gracias a personas como Anglada.
-"El islam es un peligro, lo hemos vivido en EEUU, en España, en atentados en Barcelona...el islam es un enemigo de España, Cataluña, y Occidente y es incompatible con los países democráticos" Creo que todos estos mitos fascistas parten, sin ninguna duda, de la ignorancia (el fascismo se cura leyendo, es una gran frase). Por otro lado, escuchar la palabra democracia de la boca de este hombre es fuerte. El único peligro es el de los grupos radicales como Al Qaeda, peligro que aunque esté vinculado al islam no supone que todos los musulmanes entren en el mismo saco. Terrorista no es sinónimo de musulmán ni viceversa.
-"Resulta que la gente se queja, porque los hospitales están llenos de moros, de negros, etc [...] Hoy la gente no tiene miedo a decir que inmigración sí, pero la que haga falta" Claro, inmigranción sí pero para explotarla con sueldos míseros. Todo el mundo tiene derecho a ser atendido se está enfermo, negar eso a una persona por ser "ilegal" (palabra que odio) es repulsivo. Los mismos que hablan de generosidad con el prójimo son los que niegan la sanidad a los inmigrantes.

Después de tan mal trago, un poco de risa viene muy bien. El Follonero (La Sexta) realizó un programa sobre Anglada que no tiene desperdicio. Sin duda la mejor parte fue ésta: http://www.youtube.com/watch?v=SSKVIJEK18E&feature=channel, en ella un muchacho le dice a Anglada que si no cabemos todos que se vaya él. Y eso mismo digo yo, si alguien tiene que irse de España en todo caso son ellos, los intolerantes, racistas y fascistas.

7/4/10

Rutinas rápidas



Prisas, prisas y rutinas...de nuevo caminando hacia un final insospechado.
La vida es pendencia, pasamos de brazo a brazo, del llanto a la risa y de ahí a la agonía.
Somos sucesiones de recuerdos y de expectativas, seguimos viviendo para tener algo que contar mañana.
¿Que sería del mañana sin un ayer?
Hoy, aprisa, casi sin sopesar las palabras, cronometro mi reloj dispuesta a correr por la ciudad.
Sólo es rutina, pero si no mañana no tendría nada de que hablar...



Me apetecía, sin más, soltar cuatro palabras.
Que paséis un buen día

3/4/10

God is a concept



Está a punto de terminar la que es probablemente una de las semanas del año en que más se habla de Dios, y quieras que no al final termina removiéndose algo en tu interior. Lo admito, no creo en la religión, mucho menos en la Iglesia, pero Dios...es algo que escapa de mi razón. No recuerdo que filósofo decía que relamente no importa si Dios existe o no, porque aunque existiera nuestra lógica nunca sería capaz de conocerlo. Siempre me ha gustado repetirme a mí misma esas palabras, quizás para persuadirme de su inexistencia.
Tengo una ligera adversión, y creo que es algo que le ocurre a muchas personas, hacia esa figura del Dios sufriente y crucificado que se nos ha inculcado desde niños. En su mayor parte creo que se debe a que está total y absolutamente vinculada a la Iglesia, institución que sólo me despierta sentimientos negativos (me he quedado corta, muy corta, pero no me gusta ser irrespetuosa). La Iglesia ha hecho de Dios su particular negocio, aunque es algo que sucede en todas las religiones; lo ha usado para enriquecerse, para lograr poder político, incluso para matar. La Inquisición, la vinculación con los crímenes del franquismo, los casos de pederastia...todo ello realizado siempre bajo el nombre y la figura de Dios. Es un Dios manchado de sangre, avaricia y dinero, aunque no tan distinto a esa figura sufriente que nos presentan en un intento de despertar en nosotros la culpa y la compasión.
Recuerdo como en el colegio nos hacían visionar una y otra vez las mismas películas sobre la vida de Jesús, y hay dos cosas sobre esto que hoy me llaman la atención. En primer lugar el hecho de que Jesús fuera a veces tan misericordioso y otras tantas su voz resonara como un trueno mientras desataba su ira. Era algo que mi pequeña cabeza no lograba entender a esa edad tan temprana, ¿si es Dios tan bueno porque grita como un descosido?. Hoy en día creo que era una manera de mostrar el poder que Dios tenía sobre nosotros y que llegáramos, no a temerlo, pero sí a respetarlo. Ya desde aquellos pupitres comenzaban a inculcarnos la moral cristiana, a alimentarnos con prejuicios, temores e ideas de salvación.
En segundo lugar está el énfasis que se ponía en la crucifición de Jesús. Primero alegando que él nos salvaba a todos, lo que suponía que nosotros nos convertíamos en poco más que súbditos suyos, obligados a alabarle y servirle porque nos había abierto las puertas a la vida eterna. Argumento éste el favorito de la Iglesia, utilizado para atemorizar a los fieles con la idea del infierno y que se doblegen ante ellos. La otra cara de la moneda es la utilización del paraíso (o la salvación) como un caramelo, atrayendo a los niños ingenuos. Pero sobre todo, recuerdo como los profesores recalcaban la idea de que Jesús había sido crucificado por culpa de los judíos, que no creyeron en él. Con eso lograban a la par, desprestigiar el judaísmo (alegando que ellos cargan con el estigma de haber matado a Jesús y que su religión no es la verdadera) y en cierto modo atemorizarnos con la idea de que la desconfianza era muy mala (la famosa frase de "la fe es ciega" quedaba grabada en nuestras mentes).
Volviendo la vista atrás, creo que se nos intentó inculcar algo aprovechando que creíamos ciegamente, puesto que la mayoría en años venideros (conforme fuéramos capaces de razonar) dejaríamos a un lado la fe. Cierto que la religión en las escuelas no es obligatoria, pero cuando yo era pequeña simplemente se impartía y punto, sólo aquellos padres que se negaban a que sus hijos recibieran educación religiosa hablaban con el director y se les ofrecía una alternativa (eran casos contados), para el resto de los padres era indiferente. Me parece sorprendente esa indiferencia, pero creo que no se era consciente de lo pernicioso que podía resultar aquello. Alguien alegará que también aprendimos cosas buenas y necesarias como la solidaridad, la amabilidad, el perdón, el respeto, etc. Bueno, pocas clases se dedicaban a ello en comparación con el engrandecimiento de la figura de Dios (por no decir que actualmente es complicado que esos valores cuajen cuando ni la propia Iglesia los predica).
En el instituto la situación cambió, no era obligatorio pero seguí dando clases de religión hasta que terminé el bachiller. Al principio lo hacía por la misma razón que muchos otros, comodidad o costumbre, pero luego (y aunque pueda parecer extraño) lo hice para conocer de verdad el cristianismo. Iba a clase,atendía, sopesaba y decidía; y conforme pasaba el curso mi fe iba disminuyendo. Prácticamente puedo decir que dejé de creer en la religión a medida que sabía más sobre ella. Recuerdo como los profesores intentaban encajar las metáforas sobre Adán y Eva, la paloma, el angel y demás en cabezas que ya contaban casi dieciocho años. La religión se reinventaba a sí misma, se adaptaba la trampa a un pie más grande,eso es todo. En una de aquellas clases, la profesora propuso que cada uno escribiera en un papel la pregunta que quería formular; yo recuerdo muy bien la mía. Pregunté sobre la Inquisición y todas las matanzas realizadas por la Iglesia; la respuesta fue concisa y surgió de labios de la profesora con un cierto aire de rabia: "Bueno, siempre hay manzanas podridas dentro del cesto". Aquello fue lo que finalmente dilapidó mi fe (si es que aún quedaba algo), excusar a quién ha relizado semejantes actos supone aceptar con los brazos abiertos lo ocurrido. Hoy ya no me sorprende, es la tónica general de la Iglesia, casi un modus operandi (delito-encubrimiento-descubrimiento-exculpación).


Sin embargo, siempre quedó dentro de mí la duda (donde hubo fuego hay cenizas). Las diversas religiones e Iglesias me parecen diversas formas de usar a un Dios, de jugar con la fe de otros; pero no puedo sacar de mi cabeza la idea de que algo existe, aunque no podamos conocerlo. He comenzado diciendo que siento adversión hacia esa figura del Dios sufriente, la que predica la Iglesia. No sólo por su vinculación a ella, sino por su omnipresencia, por esa idea de poder supremo, etc. Me parece algo alejado de la humildad, la bondad y la verdadera moral.
Suele alegarse que si Dios existiera no permitiría las injusticias ni el sufrimiento, pero yo creo que hay diferencias entre el Dios predicado y el que pueda o no existir.
El Dios de la Iglesia es una invención, no se trata sólo de que permita las injusticias siendo omnipotente, sino de que siempre inclina la balanza hacia el lado de los favorecidos. Pero si lo pensamos fríamente esto es algo lógico. La Iglesia (a pesar de esa consigna de "Iglesia somos todos") la forman gente con poder y dinero, y creen en ella y por tanto en su Dios, gente de la misma condición. La creencia en Dios se basa no sólo en temores sino también en semejanzas (y aquí dejo una frase de Nietzsche: "El hombre, en su orgullo, creó a Dios a su imagen y semejanza"), por tanto su dios resulta ser tan avaro e injusto como ellos y ha de favorecer a la gente que le costea (económicamente hablando). Es un Dios tan cercano que hasta las fe puede comprarse con dinero; se presenta como un capitalista más. Y creo que este Dios es ese que se ha paseado durante esta semana por las calles, cubierto de oro, flores y velas para recordarnos que seguimos dependiendo de él y de la Iglesia para salvarnos y que debemos obedecer como buenos perros a su amo. Hombres abrazando una figura fría, para mi gusto abrazando la hipocresía y la mentira, enorgullecidos por que los vean pasar junto al Cristo o la Virgen. Y esto último también Nieztsche lo supo plasmar en pocas palabras: "Cuántos hombres se precipitan hacia la luz, no para ver mejor sino para brillar".
Sin embargo, una parte de mí quiere creer que hay algo lejos de esa figura laureada. Ha de haber una alternativa para los que somos incapaces de creer en un Dios avaro e injusto. Puede que no lo sepa hoy y que nunca llegue a saberlo, pero tengo la sensación de que algo existe, porque un concepto que siempre despierta un sentimiento concreto (crees, no crees o no sabes que creer; no existe indiferencia cuando se habla de Dios) tiene que tener alguna relevancia o transcendencia. No sé, puede que Dios sea alguien sentado en una nube. A veces me imagino que simplemente es algo que forma parte de nosotros, un concepto enlazado con la esperanza o la soledad, un instinto anclado en nosotros mismos como el de supervivencia, sólo que éste nos ayuda a pensar que nunca estamos desamparados y que no existe un final para la vida. Sin duda es un concepto más humano, personal y esperanzador que el erigido universalmente, pero sigue siendo un concepto...no creo en esa omnipotencia ni superioridad, toda creencia ha de quedarse en nosotros mismos y no imponerse a los demás.