El viernes por la mañana estuve en una concentración en la Plaza del Ayuntamiento de Granada contra la ordenanza de convivencia (de la que hablé en una entrada anterior). Hubo muy bien ambiente, con algún que otro insulto y pitido, pero sin ningún disturbio. Dejo aquí la noticia por si os interesa. Acabo de leerla y me ha llamado la atención que dice: "cuya concentración no estaba autorizada". No lo he mencionado nunca, pero yo ya tuve que pagar una multa por acudir a una manifestación ilegal el pasado marzo (301 euros bastante dolorosos por protestar contra la brutalidad policial -lo que ocurrió en Barcelona con los estudiantes contra el Plan Bolonia) Así que ahora cada vez que voy a alguna protesta pregunto a la policía sobre la legalidad del acto. Pues bien, cuando llegué pregunté a un Nacional si la concentración era legal y me contestó: "No lo sé, supongo que sí porque es en frente del Ayuntamiento" Bien, no lo sabe ni él, pero lo peor es que según el periódico no era legal. Me llama la atención que ni la policía sepa si los actos son legales, una brecha más en nuestra libertad de expresión y manifestación.
El caso es que pasó a mi lado una familia "bien" con sus hijos (ese día era festivo en los institutos).Todos paseando plácidamente de la mano con sus ropitas de marca y su buena presencia. El niño quería acercarse a la gente para ver porqué protestaban, pero la madre llegó corriendo y lo cogió de la mano diciendo estas palabras:
-¡Ven aquí! Que esto es peligroso -unas cuantas miradas a su alrededor para comprobar que nadie intentaba raptarla- Siempre protestando, no tienen otra cosa que hacer.
Yo no me alarmé, quizás porque estoy acostumbrada a escuchar cosas de este estilo cada vez que voy a algún acto o manifestación. Probablemente la mujer no sabía porque protestábamos, seguramente aunque hubiera sabido que era por una causa que incumbía a todos los granadinos hubiera dicho lo mismo. Quizás la mujer no sabía que las cien personas que estábamos allí no éramos delincuentes, ni vagos, ni tirados; simplemente gente a la que le preocupa lo que ocurre en su ciudad. Quizás la mujer no sabía que los que estábamos allí, en su mayoría anarquistas o gente de izquierdas, estábamos ejerciendo un derecho.
El tópico siempre viaja por delante, es habitual escuchar que las manifestaiones están llenas de antisistemas y gente que va a romper el mobiliario. Siempre habrá gente violenta, pero no en una manifestación sino en todos los sitios. Puede que la gente que es tratada y prejuzgada de esa forma sea la única que realmente aspira al cambio.
Muchas veces pienso que nos merecemos todo el mal que tenemos, la crisis, las guerras, la violencia; que nuestro mejor final sería terminar extinguidos y que el resto de la vida suspirara aliviada. Sin embargo, mientras quede gente dispuesta a luchar por algo mejor, existirá una última esperanza y nos ganaremos el derecho a ser llamados hombres.
A veces es necesario nadar contra la corriente para encontrar el rumbo adecuado....