5/1/09

Una carta para la reflexión


En el nº 1.105 de la revista XL Semanal aparece una carta que me resultó muy interesante, fue premiada como la carta de la semana.
"Quizás la crisis haga justicia. Trabajo en un bar desde hace años. Una mañana apareció un inmigrante que vendía DVD piratas y un cliente joven le pidió que se los dejara ver. Mientras los observaba superficialmente, le preguntó si se había venido en patera con total normalidad, pero con tono graciosillo, y él respondió que sí. Enseguida miré a sus ojos y percibí una profunda tristeza mezclada con rabia e indignación. Esa misma tarde fui a buscar a un amigo y, cuando lo vi, estaba con un cabreo monumental e indignado porque sus padres se habían olvidado los esquís y ropa especial para esquiar, con la consecuencia de que tendría que alquilarlos en la estación de esquí y quizá no le estuviera bien. Vi en él una rabia y una indignación en sus ojos muy parecidas, por no decir iguales, a las del inmigrante. La mayoría de los jovenes de nuestro mundo no saben apreciar lo que tienen ni lo sabrán a no ser que esta crisis les haga reflexionar sobre lo que tenían y pueden tener. Quizá la crisis haga justicia de esta desigualdad y del egoísmo del mundo desarrollado" José Fernando Navarro Cáceres. Cúllar (Granada)
Primero decir que no puedo estar más de acuerdo con lo que él ha escrito, y segundo, que nunca había visto el lado bueno de la crisis, pero sin duda José Fernando lo ha encontrado.
Es evidente que unos tienen tanto y otros tan poco, y esta desigualdad cada día es más acusada. Hay gente que muere de hambre cuando nosotros tiramos las sobras a la basura, que anda descalza cuando nosotros tenemos varios pares de zapatos, que no puede ir a la escuela cuando nosotros tenemos esa oportunidad y en muchos casos la desperdiciamos. Puede que no esté en nuestra mano la posibilidad de cambiarlo, pero sí tenemos la posibilidad de ayudar a esas personas.
Me le leído recientemente un libro, Las uvas de la ira (John Steinbeck), lo recomiendo a todo el mundo. Narra la historia de una familia americana que se ve expulsada de la tierra que trabajaban, a partir de ese momento todo son desgracias y viajes en busca de un trabajo para poder comer. En un determinado momento del libro uno de los personajes dice: Sólo los pobres nos dan algo. Esto es lo que se refleja en todo el libro, los grandes propietarios tratan a las familias que emigran como mendigos y ladrones, mientras que los más desfavorecidos se tienden las manos unos a otros compartiendo lo poco que tienen. El libro refleja la avaricia de los que poseen más dinero, su egoísmo.
Es curioso que este libro refleje la sociedad de 1930 y la actual, pues hoy en día sigue siendo así. Tratamos a los inmigrantes como ladrones y mendigos cuando ellos sólo buscan un trabajo que les permitan comer, tener una casa y vivir como el resto del mundo. Y los ricos no suelen tender la mano a nadie, sólo les preocupa seguir acumulando riqueza.
Puede que sea necesaria esta crisis, porque sólo cuando nosotros pasemos dificultades ayudaremos a aquellos que también las sufren, puede que nos volvamos un poco más humanos...

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