3/3/10

Ego


A menudo me imagino a las potencias mundiales como niños caprichosos y mimados, que siempre desean más de lo que pueden tener; impasibles ante la escasez de otros e imbatibles a la hora de lograr aquello que quieren. Graficamente, niños con sus polos Burberry y sus zapatos lustrosos, las manos coronadas con enormes y pesadas armas, y sus poderosos ejércitos guardándoles las espaldas.
Ellos, perfectos sabedores de su poder militar, juegan al Risk impúnemente; planeando la mejor mentira con la que atacar un país. Posteriormente emprenderán una suerte de guerra "justificada", ya sea porque el otro país atacó primero, porque sin que nadie lo supiera había una conspiración en marcha y era necesario pararla a tiempo, o por el simple hecho de que se trata de un país incivilizado al que van a poner orden. Detrás de sus escusas baratas siempre van a subyacer intereses económicos, políticos o semejantes. Por el otro lado sobresale el enorme ego de los Estados, que obviamente no emprenden una guerra si no creen que van a ganarla. Sólo logran la felicidad cuando se ven capaces de destruir otro país, cuando su ejército es el más poderoso y su imperio es respetado por todos. La obtención de la felicidad a través de la destrucción es un rasgo psicótico; el respeto basado en el miedo es un rasgo algo tiránico; y la cuestión de ¿cuál es más grande, tu ejército o el mío? me recuerda aquello de que el tamaño no tiene importancia.
Entonces, ¿son nuestros Estados unos desequilibrados o simplemente esto funciona así? Hay quién dice que en un determinado momento las mentiras llegan a convertirse en verdades colectivas, y yo creo que hemos llegado a ver como normales cosas que más de uno consideraría como verdaderos crímenes. Que un Estado invada otro país soltando frases justificadoras y engañosas no es un crimen; en cambio que varias personas se levanten contra esas acciones es una locura.
Lo peor en todo esto no es que se crean los reyes del mundo, sino que las fichas de este juego somos nosotros. Porque en sus estúpidas guerras con estúpidas justificaciones no mueren sólo sus soldados, no, de hecho suelen morir los civiles -un bonito término para denominar a la gente inocente que no tiene culpa de nada. Pero obviamente, unos cuantos miles de muertos no son suficientes para rebajar ese enorme ego.
No hay atmósferas sombrías cuando un negocio está entre manos, las voces de protesta puden solaparse, incluso los medios de información pueden manipularse. No hay razón para perder la calma, un poco de bombardeo con "debemos poner orden" y otro con "debemos prestar nuestra ayuda para llevar la paz donde no existe" y asunto logrado; para las situaciones difíciles reservan la clave maestra, "ese país representa un garve peligro para nuesta seguridad", se toca la tecla mágica de los votantes -el miedo- y nadie se levantará en contra.
Y seguimos y seguiremos justificando esas acciones militares, porque remotamente creemos que nos van a beneficiar de algún modo, pero ¿cómo es posible creer que la destrucción de un país y al asesinato de sus habitantes puede reportar beneficios?. Quizás del mismo modo que los Estados creen que la destrucción ajena les va a llevar a convertirse en dioses, cuando en realidad se acercan más a la categoría de demonios.

3 comentarios:

Felipe Medina dijo...

Incluso no guardan las formas e invaden cualquier país porque les da la gana y con el objetivo de la geoestratégica o bien,simplemnte,destruyen para después reconstruir como valor añadido del dinero

No se aturden,ni balbucean.Atacan,destruyen,sin más,y después intentan dar explicaciones caprichosas.

Es vergonzoso pero es así

Saludos

severino el sordo dijo...

No me acuerdo quien lo dijo ni donde lo lei,pero venia a decir que cuando los poderosos juegan a la guerra son los inocentes los que mueren,saludos.

Lia dijo...

Wenas!!

FELIPE: lo peor no es ya que lo hagan sino que nosotros lo toleremos.

SEVERINO: sin duda una frase muy cierta, siempre son los inocentes los que terminan sufriendo.

Gracias a los dos por vuestros comentarios!!
Saludos!!